Como su nombre indica, la hipermovilidad articular o hiperlaxitud articular es debida a articulaciones con un rango de movilidad superior al normal.
La hipermovilidad articular comporta un riesgo mayor de dislocación articular. Este movimiento mayor al habitual se realiza sin esfuerzo excesivo y sin molestia alguna.
En niños afectos de hipermovilidad articular observamos unos ligamentos débiles que conllevan a un riesgo de artritis a largo plazo, dislocación de articulaciones y distensión muscular. La laxitud ligamentosa en exceso puede comportar en niños modificaciones del pie como por ejemplo su aplanamiento o la presencia de juanete congénito. En adultos, la hipermovilidad puede ir acompañada de dolor en músculos y articulaciones, tendinitis, capsulitis, lumbalgias y escoliosis.
El síndrome de hipermovilidad articular (SHA) o también llamado Ehlers-Danlos tipo III es una enfermedad benigna que se caracteriza por una hiperlaxitud articular de una o más articulaciones y con antecedentes familiares, artralgias o mialgias no inflamatorias de más de tres meses de evolución (sin causa aparente), crujidos articulares, lesiones deportivas recurrentes y dolores de crecimiento e hipotonía en niños.
La hipermovilidad articular se centra en un diagnóstico clínico mediante el examen clínico no pudiendo ser confirmado mediante pruebas de laboratorio.
Las causas de la laxitud articular son:
- La tonicidad muscular
- La laxitud del tejido conectivo
- Las hormonas
- El sexo y la genética (existe más hiperlaxitud en mujeres)
- Mecánica (a raíz de una cirugía osteoarticular)
El aspecto más determinante del rango de movimiento son las propiedades mecánicas de los tejidos conectivos que forman las articulaciones. Las variaciones de la laxitud articular en un periodo de tiempo, está estrechamente ligado a las variaciones en la estructura y la función del colágeno. Las variaciones genéticas en la síntesis del colágeno pueden debilitar o alargar los tejidos blandos.
El tratamiento del Síndrome de hipermovilidad articular consiste en prevenir complicaciones como el dolor o las lesiones repetitivas ya que el tratarse de un problema genético, no existe un tratamiento definitivo.
Los tratamientos más comunes en una fase aguda son el reposo, el uso de férulas, kinesioterapia o el uso de medicamentos analgésicos y antiinflamatorios. En una fase crónica es recomendable la valoración del reumatólogo para descartar otras enfermedades encubiertas (Ehlers-Danlos tipo vascular, Síndrome de Marfan, fibromialgia, etc.)
Observemos los diferentes rangos de hipermovilidad de un dedo, tomando como referencia un mismo caso clínico.
Antepié en carga
Movimiento de hiperextensión y rotación interna de 180º