La patología ungueal produce el número más cuantitativo de actos quirúrgicos frente a otras cirugías que afectan al pie. Hay descritas infinidad de técnicas dependiendo del estado del dedo, de la destreza y de la experiencia de cada profesional. La variabilidad quirúrgica abarca desde la extirpación total de la uña, resección única de partes blandas y, las más mayoritarias, la reducción de la amplitud ungueal con diferentes abordajes. En este artículo os mostraré un par de técnicas que más me gustan utilizar siempre y cuando sean acordes a la idiosincrasia del caso. La elección de estas técnicas es debido a su bajo índice de dolor postoperatorio y a la rápida recuperación (10 días aproximadamente). Esto permite al paciente reincorporarse a su vida social y laboral en un breve período de tiempo.
Previa anestesia y preparación del campo quirúrgico, desinsertamos la lámina ungueal de los tejidos adyacentes mediante una fina gubia o escoplo. Básicamente, hay que separar los rodetes periungueales, el lecho ungueal y el eponiquio. De esta forma podemos limitar la profundidad a la que se encuentra la matriz ungueal (clave para el proceso de legrado). El primer corte lo realizamos mediante una cizalla orientándola hacia la matriz y respetando un 80 % de la uña aproximadamente. Nos ayudamos de la gubia para retirar la espícula y legramos la matriz para evitar recidivas mediante una cucharilla de Martini. Se legra en todas las direcciones excepto al sentido de la lámina ungueal a respetar, evitando así alteraciones de ésta. Si existe tejido hipertrofiado o desvitalizado por antiguos procesos inflamatorios e infecciosos, procedemos a su exéresis mediante bisturí. Esta limpieza quirúrgica no deja de ser una reconstrucción plástica con la finalidad de una estética correcta del dedo y restando las posibilidades de una recidiva. La técnica de reconstrucción tiene como objetivo la perfecta aproximación de los bordes quirúrgicos sin tensión, mediante un corte profundo paralelo a la lámina ungueal, desde eponiquio al punto más distal de la uña, y otro corte parabólico, en el mismo sentido que el anterior, abarcando todo el tejido a extraer.
Para el lector que no esté familiarizado con la cirugía, la forma del corte se asemejaría a un gajo de naranja. Cuando el tejido extirpado impide una buena coaptación de los bordes quirúrgicos, recurrimos a la técnica de Winograd. Esta técnica es similar a la reconstrucción estética pero comprende desde un punto distal al eponiquio a otro del hiponiquio (5 milímetros aproximadamente en ambos casos). Terminada la técnica, procedemos al lavado quirúrgico con suero fisiológico y unimos la herida quirúrgica mediante tiras de aproximación.